Esta vez no fué la mano del hombre, como en el caso de una de las versiones de Arequipa donde la denominación «ciudad blanca» referida al sillar se encargó de pintar de blanco la mayor parte de las edificaciones, sino la propia naturaleza como en el caso de Puno que cubrió de ese color. La fuerte granizada prolongada por cerca de 4 horas dejó a todos los habitantes y visitantes perplejos y las principales vías inaccesibles. Sin embargo más allá de ser un atractivo, llama seriamente la atención por la falta de prevención de la autoridad local a sabiendas que especialmente las avenidas «La Torre» y «Simón Bolívar» sufren año tras año inundaciones. «Para el otro año será»