Escribe: Armando Espino Moscoso.

No cabe duda de que el transporte aéreo ha transformado profundamente el turismo que hoy conocemos, siendo los aeropuertos actores clave en este cambio. Más allá de ser simples puntos de tránsito o arribo, los aeropuertos modernos desempeñan un rol activo en la promoción turística y en la construcción de la imagen de los destinos que sirven.
Contar con un aeropuerto eficiente y atractivo abre las puertas al desarrollo turístico regional y es vital para su éxito. En las últimas décadas, el crecimiento del transporte aéreo ha impulsado significativamente la industria turística.
Los aeropuertos han dejado de ser meramente lugares de llegada o partida para convertirse en elementos estratégicos que promueven activamente los destinos. Son esenciales no solo por facilitar el desplazamiento de personas, sino por contribuir directamente a la percepción que el turista tiene del destino desde el momento en que pisa la terminal. La calidad de los servicios, las instalaciones, y el ambiente general del aeropuerto pueden definir, en gran medida, la impresión inicial del visitante y marcar el inicio de una experiencia turística positiva o negativa.
En los años 90, previendo la creciente importancia de los aeropuertos y reconociendo las limitaciones del Estado para gestionarlos de manera eficiente, se optó por concesionarlos a empresas privadas. Se buscó que estas empresas, con métodos supuestamente más eficientes y modernos, mejoraran significativamente la calidad de servicio y la infraestructura aeroportuaria. Sin embargo, tras más de 20 años bajo este esquema, es evidente que no todos los objetivos planteados se han cumplido. Numerosos aeropuertos regionales presentan hoy condiciones deficientes, están saturados y ofrecen servicios a costos excesivamente altos, afectando negativamente la experiencia turística y la competitividad de los destinos.
Uno de los principales factores ha sido una selección poco cuidadosa de concesionarios y contratos mal diseñados, junto a un desempeño aún inmaduro de OSITRAN como supervisora. Ejemplo, el caso Arequipa. OSITRAN considera que el concesionario condiciona su inversión a extension del plazo y se opone. Teniendo la razon, al no comunicar adecuadamente su posicion, resulta indicado por la Cámara de Comercio local como obstruyendo inversiones. Para beneficio del turismo regional y del desarrollo local, es imperativo que se exija al concesionario cumplir con las inversiones pactadas en el contrato vigente. Y una vez finalizado este periodo, convocar a un nuevo proceso de concesión, en el cual la prioridad sea el aporte del aeropuerto a la imagen y desarrollo del destino turístico.
Este nuevo contrato debe exigir explícitamente servicios excelentes a tarifas justas y competitivas, beneficiando directamente a pasajeros y aerolíneas. Es fundamental que autoridades locales, operadores turísticos y empresarios del sector participen activamente en la definición de estos criterios, garantizando así un desarrollo aeroportuario alineado con las necesidades reales de la ciudad y del turismo regional.