Se veía venir, el descenso del nivel del Titicaca ya estaba previsto desde el año pasado, sea por los pronósticos del SENAMHI ó por los chiguancos, sin embargo, nuestra dorada burocracia sigue haciendo caso omiso a éste majestuoso problema del majestuoso atractivo turístico del altiplano peruano – boliviano.
La situación más crítica se inició hace casi medio año, y decenas de lanchas de transporte interprovincial, de carga y de turistas en el puerto principal de Puno, ya empezaban a quedar encalladas en tierra firme ó sus hélices y quilla ya sufrian las consecuencias de atoros y raspones por la tierra. Para mitigar el inminente daño, las decenas de pequeños empresarios radicados en el puerto de Puno tuvieron la genial idea de trasladar con recursos propios, una plataforma de embarque sin mayor uso desde la isla de Amantaní hasta el puerto de Puno, para alargar el espigón de embarque; obviamente cualquier movimiento no usual debería ser rastreado ó autorizado por la autoridad portuaria (Capitanía del Puerto de Puno) y otras entidades concernientes, caso Municipalidad de Puno o Ministerio de Transportes. Nada de ello ocurrió, el ente a cargo de la administración portuaria prefiere como en los casos más apremiantes optar por la política del avestruz, esconder la cabeza hasta que sus captores y problemas desaparezcan por sí solos. El trato déspota de los sucesivos comandantes de turno y las prácticas abusivas de sus subalternos merecen un comentario aparte.
¿Qué futuro le espera entonces al puerto principal de Puno? La situación en realidad no ha variado mucho desde hace 30 años, a no ser por una parte techada, todo lo demás se mantiene constante “ceteris paribus” es decir, la contaminación, informalidad, delincuencia y desorden. Y pese al anuncio con bombos y platillos de la autoridad edil de la realización de un expediente técnico (valgan verdades la décimo quinta vez que se elabora) no se ve ninguna luz al fondo del túnel. Si no existe proactividad y presión del sector privado a través de sus cámaras y asociaciones, el sitio convertido actualmente en un “mercado persa” será inaccesible y vetada para cualquier visitante como lo sucedido con el mirador “Kuntur Wasi” al Oeste de la ciudad, trastocado en nido de borrachines y cacos y depósito de basura.