
Dicen que el consumidor peruano es más emotivo que reflexivo y por eso las imágenes, el lenguaje del color, el sonido y la evocación tienen más argumento que un cuadro estadístico, citas bibliográficas ó cualquier papel frío y objetivo, esto está demostrado en la compra de fast food, un celular ó la elección de una autoridad. Tal vez apelando a ésa descripción y exageración de la emotividad, a un ciudadano cayllomino se le ocurrió la fantástica idea de erigir un monumento nada menos que de Mafalda disfrazada de Wititi, el personaje argentino diseñado originalmente para una campaña publicitaria de electrodomésticos y que luego su padre Quino la independizara para historietas, con notable atracción por su lenguaje contestatario y precoz. Los que devoramos cada tira ó libro del simpático personaje y de Manolito, Susanita, Felipe, Miguelito, Libertad, y su hermanito Guille, la adoptamos é identificamos como parte de nuestros pensamientos y formación, a diferencia de la basura comercial que se lee ú observa plagada de violencia y vulgaridades. Hasta allí todo bien.
Lo curioso es que los promotores de su monumento para festejar el bicentenario de fundación de Caylloma, piensan imponer su figura en medio del cañón emblemático de los arequipeños sin importar la identidad cultural, más que con el único argumento de que “los argentinos son cariñosos con Arequipa”. Solo para mencionar, estadísticamente los siguientes países son los mayores proveedores de turistas a Arequipa, en este orden: Francia, Estados Unidos, España, Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda, Brasil, Chile, Canadá. Argentina entonces está fuera de los “Top Ten”. Basándonos en la entusiasta, pero vacía propuesta, ¿habría que erigir réplicas de la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad ó una de la Torre de Pisa, como muestra de agradecimiento a los países emisores mayoritarios y el “cariño de dejar divisas” a Arequipa?
La propuesta me recuerda a aquella descabellada, que hizo el congresista por Arequipa de PPK, Sergio Dávila cuando propuso levantar una réplica del parque temático Disneylandia al costado de Machu Picchu dizque “para atraer más turistas norteamericanos”. Por éstas y otras razones es que el turismo se va cayendo pedazo a pedazo sin necesidad de moho, huayco ó lluvias. Más peligrosa es la depredación de la cultura, la identidad nacional y la ignorancia de la dinámica del turismo.
Si tanto se propicia rellenar con monumentos a cualquier cosa, más valor tendría en todo caso levantar un monumento al recientemente desaparecido ilustre arequipeño Mario Vargas Llosa gracias a quien la cultura y nombre del Perú dio la vuelta al mundo varias veces, otros arequipeños y peruanos ilustres hacen cola para su reconocimiento post mortem.
La propuesta por el momento, es solo propuesta (menos mal) pero esperemos que sus autores y autoridades tengan madurez suficiente en sus decisiones.