Una nueva alarma de peligro que se cierne sobre la población peruana, acaba de darla un colectivo de la sociedad civil que monitoreó algunos mercados de abastos del interior del país para comprobar aparte de la toxicidad de los alimentos que se vende, la falta de control y la inoperancia de parte de las autoridades para ejercer su autoridad. El monitoreo se realizó con presencia de 1 Notario Público y 2 laboratorios de análisis sobre mercados de Lima, Huánuco, Cusco, Huaráz y Arequipa. Los resultados ya no llaman la atención, como en muchos sectores económicos las entidades, léase Municipalidades y el Servicio Nacional de Seguridad Alimentaria (SENASA) emulan a Poncio Pilatos lavándose las manos cuando se trata de asumir responsabilidades.
Tristemente de las 60 muestras recogidas en apenas 4 tipos de verduras como: Tomate, Apio, Pimentón y Cebollita China, todas arrojaron resultados positivos de alta toxicidad química. ¿Qué es lo que sucede entonces? ¿Por qué se permite tanto atropello a la salud de los peruanos? ¿Quiénes deben asumir las responsabilidades? Jaime Delgado Zegarra, fue Congresista de la República y Presidente de la Asociación Peruana de Consumidores (ASPEC), y uno de los baluartes de ésta iniciativa ciudadana, nos da la explicación: Los funcionarios de las municipalidades y de SENASA ó desconocen sus atribuciones ó conociéndolas no tienen interés en aplicarlas, al tiempo de señalar que el control del flujo de alimentos está normado y que contrariamente a lo que exigen algunos, no es necesario seguir fabricando más leyes.
Irónicamente, si durante muchos lustros el Perú ha ostentado sus mejores trofeos a nivel internacional, y se organizan suntuosos Festivales Gastronómicos por doquier, al interior del país se suscita un panorama diametralmente opuesto. Nuestro interlocutor asevera que, en efecto, el Perú tiene una fama mundial de productor de alimentos, o algunas regiones de ser “cuna” de muchos tubérculos ó frutos, pero el protocolo riguroso para el ingreso de productos peruanos a cualquier latitud, no se cumple en la comercialización local, en su lugar “se prioriza la estética, antes que la inocuidad y calidad”.
Se prevé que, de persistir la tozuda posición de las Municipalidades al no asumir sus responsabilidades de control de alimentos, los índices de complicaciones de salud en todos los peruanos van a crecer exponencialmente. Es vital que la sociedad civil a través de asociaciones que promueven el turismo y gastronomía, y los que comercializan alimentos, puedan asumir el reto de devolver al propio peruano la confianza de consumir productos de su tierra, inocuos, exentos de químicos mortales, tan igual como lo consumen los nativos de países donde recalan nuestras exportaciones. Ambos tenemos los mismos derechos.