Lampa, ubicada al norte de Puno, como pocas ciudades, es un hermoso rinconcito reuniendo piezas arqueológicas, artísticas é históricas de gran valía no solo a nivel nacional sino internacional: El osario más grande del Perú, la réplica de la estatua de La Pietá de Miguel Angel Bounarroti, casonas y callecitas de la época colonial y otros atractivos que calzan muy bien para ser un “Destino Turístico”.
Un chascarro es popular desde hace muchos años en la zona, de ser la ciudad de las “7 maravillas” al tener “una iglesia sin torre, un estadio sin concurrentes, un hospital sin enfermos, una cárcel sin presos, y un puente sin río”, precisamente hoy nos referimos a éste majestuoso puente que fuera construido en el año 1846 y declarado en julio de 1980 como Patrimonio Cultural de la Nación, construido con piedra labrada y revestida con sillar, tenía 4 metros de ancho con tres arcos con 2 bases de sustentación de forma hexagonal de piedra canteada y cal. Toda esta descripción ya es historia y está sepultado, no solo por las aguas y lodo, sino por el desprecio e insensibilidad de la burocracia.
“¿Qué pecado habremos cometido los lampeños para merecer éste castigo?”, sollozan sus habitantes especialmente los de la tercera edad que vieron desplomarse junto con él, parte de sus vidas. En el año 2020 el Puente de Lampa ya dio su primer grito de auxilio cuando se hundió parte de su estructura central. Nadie acudió a su llamado creyendo que como muchas cosas en el altiplano, se resuelven solas. Al contrario, el 2 de febrero del 2022 la crecida del río y las heridas mortales terminaron por desplomarlo. El panorama que luce el Puente de Lampa es desgarrador cual cadáver con entrañas expuestas.
Este año en una suerte de “chispa de lucidez”, el gobierno regional de Puno suscribió un convenio interinstitucional tripartido junto con la Municipalidad Provincial de Lampa y el Ministerio de cultura para su restauración y reconstrucción, sin embargo, por boca del propio alcalde y al notar su estancamiento, denunció que, paradójicamente, no existirían especialistas y por tanto se recurriría a la comunidad internacional prolongando más su incierto futuro.
Así luce Lampa su querido y hermoso puente, hoy víctima de la desdicha, de la insensibilidad de propios y extraños, como tantas otras piezas de la historia, cultura é identidad regional; su “sociedad civil” parece haber sufrido el desplome de sus principios y objetivos. El chascarro lampeño de las 7 maravillas bien puede engrosarse ahora con “Burocracia sin Sentido Común”.
El Calicanto ahora el Puente del olvido tuve la oportunidad de conocer esa arquitectura impresionante,bien por el reportaje.