Sin una gota de sangre en la cara luego de la catástrofe provocada en el aeropuerto limeño, por la mano de la engreída CORPAC, el Ministro de Transportes salió a pretender apagar el fuego con paños tibios y acudir a miles de quemados con curitas. Según el fortuito ministro del sector Raúl Ricardo Pérez Reyes Espejo, la monstruosidad que marcará un hito en la historia de la evolución humana en el Perú, fue nada menos que una “pequeñez y caso fortuito”.
Son miles de historias de la tragicomedia peruana que resuenan en el Jorge Chávez y que los ojos de la indolente, insensible y falta de empatía de la dorada burocracia no quieren ver. Los daños económicos son incuantificables y más, los perjuicios morales y psicológicos de pasajeros de todas las nacionalidades y orígenes, aparte de colocarnos en la vitrina mundial del ridículo. Por experiencia propia si un turista por nuestras fallas perdía una excursión, el avión ó el tren, ó no tenía agua caliente en el hotel, lo menos que podíamos hacer es en principio pedir disculpas y ofrecer formas de resarcir su mala experiencia y en el extremo de los casos, devolverle el pago de los servicios contratados. Pero no, para el indolente directorio de CORPAC, pedir disculpas y asumir responsabilidades es lo último de su Manual de Organización y Funciones, al quejoso primero hay que aburrirlo, entramparlo en papeles y marañas de conductos “regulares”, y vaya que ese ardid es efectista, sino ¿cómo se explica que ningún funcionario haya sido sometido a penas graves por negligencia en el accidente contra un camión de bomberos? ¿Cómo puede permitirse que el kilométrico cableado subterráneo no haya tenido mantenimiento preventivo durante 14 años? ¿Cómo es posible que CORPAC no tenga póliza de seguros contra éste tipo de contingencias? ¿Cómo se explica el hecho de que los miembros de su directorio sean elegidos por simpatía, signo zodiacal ú otro criterio, menos el meritocrático?
En cualquier país que se considere civilizado, su Ministro a cargo ya habría renunciado junto con todo el directorio en pleno del organismo encargado de su operación aeronáutica y medio centenar de funcionarios involucrados, pero en el Perú sucede todo lo contrario, hasta me atrevo a pensar que el fortuito ministro será premiado con una embajada. A éstas alturas Promperú ya no tiene razón de su existencia si es la propia presidenta fortuita la que se encarga de jalar la alfombra de la imagen y promoción del Perú en el extranjero. Claricia Tirado la próxima vez que se embarque en un vuelo hacia Lima acaso aterrice en Iquitos ó Arica.
Perú país de casos fortuitos!